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29 de junio de 2011


Nadie sabe entender que quiero darte cada segundo, que quiero crear
contigo un mundo en el que nadie nos impida, nos aleje o nos prohíba,
en el que nadie juzgue lo que merece la pena o no por alguno de los dos,
en el que el tiempo no decida que te vayas o me vaya, en el que sepas
que cada trozo de mi vida, cada gesto, cada risa es para ti.
Nadie sabe entender que quiero amanecer porque amaneces, que quiero
anochecer porque anocheces, que quiero sonreír porque sonríes… Que
entre tus brazos soy un alma libre, que tus palabras son mi religión.
Mi luz, tu voz; mi aire, tu olor. Que la luna está ocupada por aquel letrero
en alza que subiste con tus labios para que siempre, al mirarla, supiera que piensas en mí.

19 de junio de 2011

Casi todos sabemos que los reyes magos no existen, que el ratoncito Pérez es un inexistente personaje, que el amor de antes, el de toda la vida ya no aguanta mucho, que a los bebés no los trae la cigüeña ni vienen de París. Que Papa Noel no vive y mucho menos vuela con renos. Que normalmente se empieza con un “no me gusta” y al final acabas saliendo con él. Que nada dura para siempre. Que el redbull no da alas y las hadas no son reales. También aprendí que para tocar el cielo no hace falta subirse en un avión.

16 de junio de 2011

Cuarenta tablones dirigidos a él; noventa personas en un chat cuando sólo buscas a una; ciento cincuenta números de teléfono en tu agenda, pero dejarías sólo su nombre; trescientos ochenta libros en casa que te recuerdan vuestra historia, aunque sea sólo en una palabra; quinientas canciones que te sabes de memoria y que no dudarías en compartir con él; mil suspiros que sólo llevan un nombre; tres mil sueños por los que pagarías por repetir una y otra vez; horas y horas hablando por teléfono, viendo sus mensajes una y otra vez, la foto que os hicisteis, la que tienes guardada como el más preciado tesoro; y quince mil sonrisas dibujadas, una por cada vez que recuerdas su olor, otra por cada vez que oyes su risa, una más por esas veces en las que te dice que no hay nada más que tú, otra por cada vez que os miráis y deja de existir el mundo... Y hay muchas estrellas en el cielo o personas en el mundo, pero es que me da igual que me digan que él no es para mí, porque voy a seguir queriendo ver esa sonrisa, y voy a seguir pensando que dependo de él como una completa imbécil.